Como el de La Cena, su construcción es fruto de una espléndida colecta que tuvo lugar el año 1918. En el concurso celebrado, el proyecto se envió bajo el lema «En verdad os digo...», y su autor, que resultó ser don José Ríus, se comprometía a realizarlo en la cantidad de 7.000 pesetas.
Según datos encontrados en los procesos del Archivo de Navarra por don Florencio Idoate, un paso de La Oración del Huerto figuraba ya en la procesión pamplonesa el año 1553, ocupando un lugar entre la bandera y la imagen de Santa Elena.
En 1700 el simulacro de La Oración del Huerto desfilaba procesionalmente en Viernes Santo, con la Cofradía de La Soledad.
La Hermandad de La Oración del Huerto debía de ser antigua en Pamplona, durante la ocupación francesa de la ciudad, en los años de 1808 a 1813, los cofrades ocultaron los pasos «... por evitar las muchas mofas y denuestos que las tropas enemigas dirigían a dichos simulacros el día de Viernes Santo». Años después, en 1832, José Hurguete y otros vecinos, queriendo restablecer la Cofradía y dar mayor esplendor a la procesión, lo hallaron «en un sitio lóbrego que tiene la Casa Hospicio de esta Ciudad», y, tras adecentarlo y limpiarle el mucho polvo acumulado, lo sacaron de nuevo en la procesión de aquel año. Hacía ya algún tiempo -tal vez desde la citada ocupación francesa- que únicamente salían La Despedida, El Cristo Alzado, El Sepulcro y La Soledad.
El año 1850, la Hermandad resolvió hacer un nuevo paso, que fue encomendado a don Antonio Esteve, catedrático de Escultura de la Academia de San Carlos de Valencia, «el cual -dicen los papeles de aquellos años- realiza trabajos admirables».
Don Antonio se limitó a esculpir -como haría Nobas más tarde con La Dolorosa- únicamente la cabeza y manos de Cristo y el ángel o «el mancebo», ya que por aquella época, en que las devociones conservaban todavía mucho de la época barroca, las imágenes de los pasos eran todavía de las llamadas «de vestir». El grupo gustó y el mismo señor Obispo rogó que se lo llevasen a Palacio para verlo, dicen que lo encontró muy bien acabado y concedió indulgencias a los que orasen ante la imagen.
El autor cobró por su obra la suma de 1.300 reales.
Según García Merino, en 1853 la Hermandad hizo fabricar un altar en el lateral izquierdo de la capilla de la Virgen del Camino, en San Cernin, para exponer a la pública veneración los pasos de su propiedad, La Oración ocupaba en él el lugar central, sobre un fondo pintado, representando el Huerto de los Olivos, en el cuerpo superior estaba La Cruz a Cuestas, a la derecha El «Ecce Homo» y a la izquierda Los Azotes. El retablo, construido por el escultor pamplonés don José Aramburu, costó 11,000 reales, y años después se vendió a la Parroquia de Ostériz.
El antiguo paso fue dotado, hacía 1888, de «plataformas, colgaduras y farolerías nuevas, de gran lujo y exquisito gusto», según leo en el orden de la procesión de aquel año.
Finalmente, como hemos visto, fue sustituido por el grupo actual el año 1918, las obras de Ríus -cuatro en nuestra procesión- gustaron en Pamplona, podemos decir que este escultor tuvo suerte con la opinión en nuestra ciudad, al menos en su tiempo.