Entrada en Jerusalen

Andas de paso de la Entrada en Jerusalén

Cuando presenciamos los pasos de las procesiones nuestra mirada se detiene casi siempre en las imágenes que portan. Esto es lógico, pues la función principal del paso la cumplen las figuras: catequizar a la par que excitar la devoción por medio del recuerdo de las escenas que representan. Normalmente sus andas nos pasan desapercibidas y no suelen ser más que una mera plataforma, más o menos decorada, que sostiene las figuras además de permitir su movimiento, a hombros o mediante ruedas, por las calles. Pero lo cierto es que aquí podemos disfrutar de varios pasos con unas andas, realizadas por Víctor Eusa, de gran originalidad e incluso uno que a una excepcionalmente las andas con la historia representada.

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Víctor Eusa es, sin lugar a dudas, el arquitecto que mayor impronta ha dejado en el urbanismo pamplonés del pasado siglo. Sus edificios van desde el antiguo colegio de los Maristas al Seminario, pasando por la iglesia de la Milagrosa, los Escolapios o la propia residencia de la Hermandad. Pero no sólo colaboró con nosotros dándonos una sede. También diseñó las andas de varios de los pasos dándoles una modernidad que hace distinguir a la procesión de Pamplona del resto, con un estilo basado en formas cubicas y líneas rectas que se repiten dotando de un gran ritmo a las estructuras. El doctor Emilio Quintanilla ya presentó un trabajo sobre estas andas en su estupenda conferencia sobre el tema con motivo del 125 aniversario de la Hermandad.


De entre los realizados por Eusa nos encontramos con un paso cuyas andas van más allá del mero decorativismo para buscar una contextualización casi total entre el fondo y la forma. No cabe la menor duda de que cuando contemplamos la Entrada de Jesús en Jerusalén nos sorprenden las formas que adoptan las andas, totalmente diferentes a lo que podamos estar acostumbrados a ver.

El paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén fue elaborada en 1924 por el escultor Ramón Arcaya, colaborador habitual de Víctor Eusa y artífice de las esculturas que adornan la casi totalidad de sus edificios. Posteriormente fue modificado. En 1951 se eliminaron algunas de sus imágenes y se sustituyeron las andas por las actuales, diseñadas por Eusa, que lo convirtieron en el más "moderno" de toda la procesión.

Eusa reinventa la idea habitual de unas andas, construyendo y modelando las mismas hasta darles la forma del propio Monte de los Olivos. En efecto, mediante esas típicas formas geométricas que podemos ver en las fachadas de sus edificios, recrea la misma falda rocosa del monte de una forma casi cubista. Logra así que sea el mismísimo Monte de los Olivos el que pasee por nuestras calles portando a Cristo en alabanza.

Piedras que gritan en el Monte Santo.

Y decían: «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!». Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Pero él respondió: «Os aseguro que si ellos callan, gritarán las piedras. " (Le í 9, 38 40). Sin duda, Eusa tenía en mente este fragmento del Evangelio al diseñar las nuevas andas de la Entrada. Como no podía hacer que sus imágenes glorificasen de viva voz a Cristo, el arquitecto hace que sean las mismas piedras del monte las que lo alaben situando los textos "HOSSANA FILIO DAVID / BENEDICTUS QUI VENIT / IN NOMINE DOMINE" y "Q REX ISRAEI.:/HOSANNA IN EXCELSIS" por todo el paso. Es así el mismo Monte el que se levanta en alabanzas al hijo de Dios.

Eusa también rehunde las aristas de la estructura y las dora con pan de oro, logrando así la sensación de un nimbo que recorre e ilumina de gloria el propio Monte. Si en el arte universal reconocemos a los santos por el nimbo que ilumina su cabeza, el Monte se presenta ante nosotros de la misma manera.

Si las andas de los pasos suelen ser simples plataformas, Eusa dota aquí de un significado superior a las de este paso. Cada vez que los portadores lo levantan, no simplemente levantan una estructura que lleva unas imágenes, sino que levantan sobre sus hombros una representación del Monte de los Olivos, con Cristo sobre él caminando hacia nosotros. 

David Sanz Ustárroz Mozorro nº31 - Diciembre 2015

Apuntes del libro: PEQUEÑA HISTORIA DE NUESTROS PASOS DE SEMANA SANTA

La antigua Hermandad de Labradores de Pamplona sacaba años atrás un modesto paso, conocido como «La Despedida», que ya hacia el año 1922 desdecía un poco de los otros, más artísticos en general, que desfilaban en Viernes Santo por las calles de nuestra ciudad, por este motivo,  la Hermandad de la Pasión trató con la de Labradores con objeto de mejorar el paso. Las gestiones prosperaron, y como fruto de este entendimiento se encargó el nuevo de La Entrada en Jerusalén.

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Su autor fue el malogrado escultor pamplonés Ramón Arcaya, y el paso, verdaderamente inspirado, se entregó en 1924.


Al principio tenía dos figuras más en la parte delantera: una postrada y otra levantando en brazos a un niño, que envolvían materialmente la imagen del Señor, dificultando la visión, por lo que años más tarde fueron suprimidas.

El escritor Manuel Iribarren, fallecido en 1973, escribió de este paso: «Posee el grupo calidades plásticas y la composición es original, aunque a mí me recuerda las ilustraciones bíblicas de Gustavo Doré, en las que acaso se inspiró. ¡Lástima que premuras de tiempo le impidiesen trabajar todas las tallas con su propia mano!».

El primitivo paso de La Despedida figuraba ya en nuestra procesión, que antiguamente salía del desaparecido Convento de la Merced, en los años del reinado de Fernando VIl. Un acta municipal de 1828 menciona «los pasos de La Despedida, Cristo Alzado, Sepulcro y Soledad, que son los que únicamente salen hace algunos años», parece ser que la ocupación napoleónica supuso una notable crisis en el desarrollo de la procesión pamplonesa. Por entonces fue preciso esconder los antiguos pasos, perdiéndose algunos, por lo que, como hemos visto, en los años sucesivos únicamente figuraban cuatro.

En un folleto que explica el orden y significación de las alegorías y grupos que desfilaban en la procesión de 1888 se dice de este de La Despedida: «Este paso es propio de la Hermandad de Labradores de Pamplona, que sigue sosteniéndolo a su costa, puesto que esa Hermandad no ha podido refundirse como las demás en la de la Pasión, por no permitirlo la especialidad de sus estatutos.

Dicha piadosa Hermandad, excitada por la de la Pasión, ha renovado la plataforma y vestiduras del paso, con el propósito de contribuir de esa suerte a los de ésta en la reforma de la Procesión.

Como hemos visto, este antiguo paso, cuyo paradero desconozco, fue sustituido por el actual de Arcaya el año 1924.

Con él acostumbra acudir la Hermandad todos los años el Domingo de Ramos al Palacio Episcopal, para la bendición de las palmas que efectúa el señor Arzobispo, celebrándose después una breve procesión.

 Juan José Martinena Ruiz

Entrada en Jerusalén

Este paso fue encargado en 1924 al escultor pamplonés Ramón Arcaya, por la Hermandad de la Pasión y la Hermandad de Labradores para sustituir al llamado "La Despedida", propiedad de ésta última y que ya figuraba en la procesión pamplonesa a comienzos del siglo XIX.

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Estaba compuesto por cinco figuras:En el centro, El Señor. Detrás, dos tallas con la pierna izquierda flexionada y los brazos levantados. Delante, una figura inclinada otra levantando aun niño. Estas dos últimas figuras fueron suprimidas porque dificultaban la visión. Destaca la variedad de posturas que plasmó Arcaya en este paso, aunque, según escribe Manuel Iribarren, amigo del escultor, no todas las tallas salieron de su mano debido a la prisa que existía por entregar la obra. En la base que soporta las tallas aparecen las inscripciones: "HOSSANA FlLIO DAVID/BENEDICTUS QUI VENIT/IN NOMINE DOMINE" (delante) y "O REX ISRAEL:/HOSANNA IN EXCELSIS" (detrás). Algunos fragmentos se repiten a derecha e izquierda.

 

Se pagó por este paso 11.000 pesetas para lo que se había abierto una suscripción popular. Cuando en 1951 se inició la, ya tradicional, procesión de Domingo de Ramos, fue algo modificado. Se instalaron andas nuevas de Víctor Eusa y el pintor Ramón Stolz retocó el policromado de sus figuras. 

 

JOSÉ RIUS 

 Nace en una familia humilde de Barcelona. Muy pronto se ve su afición artística, puesto que dedicaba todo lo que ganaba a comprar árgila para moldear figuras de nacimiento. Sólo con nuevo años monta una parada para vender sus própias figuras a la feria de Santa Llúcia, que en aquella época se repartía entre la Catedral y la parroquia del Pi.

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Con quince años, entra de ayudante al taller de quien más adelante sería su suegro, Claudi Garrich, a la calle Diputación 243, y abandona su domicilio particular a la calle Pau Claris.

Al 1886 fundó con su suegro la industria imatgera y peesebrista Casa Rius, dejando entrever sus habilidades empresariales además de las artísticas.

Al 1887 se casa con Mercé Garrich Brotons, con quien tendrá quince hijos, aunque sólo cuatro llegarán a la edad adulta -Claudi, Flora, Josep y Eduard-, siendo Claudi Rius, nacido al 1892, lo que continuará la saga y lo que gestionará el taller familiar hasta su muerte. Gracias a los contratos firmados y a su esfuerzo se hizo construir al 1914 lo que sería el domicilio familiar con granos dependencias para dar alberge a tan numerosa saga, a la calle Rosselló 195 de Barcelona.

Josep Rius no pudo acceder a una formación académica como otros escultores contemporáneos que se formaron al Llotja Barcelonesa, pero en cambio su buen oficio aprendido al taller de su suegro y sus calidades innatas desarrolladas de manera autodidacta en el mundo del belen, como en el caso de otros escultores catalanes, lo trajeron a ser muy cotizado y permitieron de montar un negocio propio con una producción prolifera y rentable. Prueba de su reconocimiento es el hecho que va ser reclamado para adornar importantes obras civiles en Barcelona, como el Palacio de Justicia.

El taller familiar, que con diferentes nombres se mantuvo hasta adelantados los sesenta, y por donde pasaron una gran cantidad de escultores, disfrutó de la figura del patriarca hasta el momento de su muerte, puesto que con más de noventa años seguía modelando figuras y recuperando viejos moldes, aunque después de la integración total de su hijo al taller familiar, cosa que se realiza sobre los años veinte, ya no firma ninguna obra y todo lo que salía del taller lo hacía bajo el nombre de Hijos de Josep Rius o Taller Claudi Rius. Los motivos parece que fueron de salud; la muerte de once hijos y sobre todo la muerte de su esposa, todavía joven, debido a un ataque de corazón, le causaron tal angustia que al 1916 padeció una angina de pecho, de la cual se recuperó, pero que fue el origen de una neurosi. Eso hace que tenga que dejar la administración del taller a su hijo Claudi a los alrededores del 1920. Este hecho explica que sea muy difícil delimitar qué trabajos son de Josep Rius y qué de su hijo Claudi; así tenemos por ejemplo La Oración en el Huertode Segovia del 1906, o también el mismo misterio de Tarragonade Jesús Nazareno del 1907, o incluso el Ecce Homo(1917) de Tarragona, destruido el año 1936. De la misma manera, aunque algunas son posteriores, las obras de Pamplona también fueron firmadas por el padre. No obstante eso, el problema empieza después de la guerra, cuando el taller familiar pasa a denominarse de diferentes maneras y, debido de al gran volumen de pedidos, a su interior trabajan numerosos escultores, que no realizan una obra entera. Según me comentaba el escultor Puigdollers, que había trabajado en Casa Rius a la época de los cuarenta, había artistas especializados en manos, otras en caras, otras en la creación de la composición, etc. Entre estos artistas había su padre, que moldeo hasta la epoca de los cincuenta y que incluso incorporaba modelos propios y realizaba los rostros de las figuras que salían del taller. Es por este motivo que muchas obras, firmadas una por el padre y otra por el hijo y con una diferencia notable en el tiempo, son muy parecidos. Eso se puede comprobar notando el gran parecido de composición que hay entre los misterios de La Oración del Huerto de Segovia (J. Rius 1906) y el de Tarragona (C. Rius 1940), o el de Jesús Nazarenode Tarragona (1907) y la Verònica de Badalona de 1940 de Claudi Rius. Ciertamente necesitaríamos mucho de espacio para poder discernir la participación de Josep a las obras atribuidas a Claudi, y además no es el motivo de este artículo.

Se tiene que marcar el periodo que va desde el 1907 hasta el 1923 como la etapa de más gran producción y gloria del maestro barcelonense.

Al 1906, al ser nombrado obispo de Segovia Don Julián Miranda Bistuer, natural del pueblo de Tamarit de Litera, de la franja de Ponente, decidió impulsar la Semana Santa y por esto pone a manos de dos artistas catalanes, Josep Quixal y Josep Rius, la creación de dos grupos escultóricos. Josep Ríes elabora La Oración en el Huerto, que causó gran sensación y que todavía hoy se venera a la iglesia de San Lorenzo de Segovia. Este grupo fue restaurado hace poco por R&C Restauración y Conservación S.L. y del informe que se redactó podemos deducir algunas cosas muy interesantes, como es el método de juntar tacos agujereados y escalonados sobre los cuales se realiza la talla, en lugar de usar un encadenado de tablones. Casi al mismo tiempo que el encargo de Segovia, hace Jesús Nazareno de la Hermandad de Jesús Nazareno, conjunto de cuatro figuras.

Después siguiera una composición de ocho figuras, que resulta ganadora del concurso para la realización del misterio de EI Prendimiento de Pamplona, para muchos la gran composición de Josep Ríes, que todavía hoy sale en procesión por las calles de Pamplona y que en su día cuesta 4.900 ptas., y para la cual se inspiró en el cuadro El beso de Judas del pintor Anton Van Dick Cuypers. Hace falta destacar que la policromia de las figuras no la hizo Ríos, sino que lo encargaron a la casa Arteida y Artieta de Pamplona, igual como se hizo con los otros tres misterios de esta ciudad, La Santa Cena (1918), La Oración del Huerto (1919) y La Cruz a cuestas (1922). En aquel tiempo elabora otro misterio de tres figuras para Tarragona, la Ecce Homo, que salío por primera vez el 1918. Para acabar podríamos definir el arte de Josep Rius como lo hacía un diario de Pamplona al 1919, al estrenarse el paso de La Santa Cena: "Desde luego, se advierte que el autor no se un santero sino un artista genial que siente el arte cristiano que se inspira en el Evangelio, que rompe los viejos moldes para seguir e imponer su ideal, su espiritualismo triunfante de la materia".

 Gracias a la pagina

http://www.jesusnatzare.org/Castella/jriuscast.htm

De donde pudimos extraer la información.

 

 

 AUTOR

José Rius


AÑO

1919


MEDIDASporta cena
Alto: 3,26 m.

Ancho: 2,3 m.

Largo: 4,1 m.


PESO

2110 kg.


PRECIO

15.000 pts


PORTADORES

10 a ruedas