Soldados Romanos

Las legiones romanas de la República de Roma y el Imperio llevaban uniformes y armaduras bastante estandarizadas. Sin embargo, el concepto de uniformes no fue parte de su cultura. No hubo armaduras estandarizadas totalmente y aunque que se produjeran en fábricas estatales, variaba según la provincia de origen. Del mismo modo que los romanos tampoco tenían el concepto de obsolescencia. Siempre se permitió a los soldados el usar las armaduras heredadas por los miembros de su familia, comprar armaduras de los soldados que habían terminado su servicio o llevar estilos diferentes de armadura si lo preferían y armaduras incompletas. Por lo tanto, era común para las legiones el usar una mezcla de varios estilos de distintas épocas.

Fragmentos recuperados de la ropa y pinturas de la pared indican que la túnica básica del soldado romano era de lana, de color rojo o sin color (blanco crudo). Los oficiales superiores llevaban capas blancas y plumas. Los centuriones que formaban la espina dorsal en las legiones se distinguían con crestas transversales en sus cascos, adornos en el pecho (equivalentes a las medallas modernas) y una lanza larga.

La armadura militar romana incluye:

  • Las grebas, para proteger las piernas.
  • lorica (armadura) de diferentes tipos:


Otras prendas de vestir incluidas en el equipo legionario:

  • Una túnica (en latín, tunica).
  • El balteus, un tahalí o cinturón doblemente usado para guardar las armas y para meter la ropa.
  • Los braccae (pantalones), usados en climas más fríos.
  • Las caligae, zapatos de suela pesada o sandalias militares.
  • El focale, un pañuelo usado para proteger el cuello de las rozaduras causadas por el contacto constante con la armadura.
  • El loculus, una cartera, llevadas por los legionarios como parte de su sarcina (equipo básico).
  • El paludamentum, un manto o capa sujeta desde un hombro, usado por los comandantes y, menos frecuentemente, por las tropas.

Agapit Vallmitjana i Barbany 

agapito

 

Hijo de un tejedor, estudió, junto con su hermano Venancio, en la Escuela de Lonja teniendo como maestro a Damián Campeny. 


Se iniciaron en la gran imaginería con cinco estatuas para la iglesia de los Santos Justo y Pastor, en 1854. Realizaron en un principio figuras de barro para ornamentación religiosa y esculturas monumentales para diversos edificios, tales las que adornan el vestíbulo de la Universidad de Barcelona, las del parque de la Ciudadela y las del Banco de Barcelona. 

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Los dos hermanos trabajaron en común durante largo tiempo y en ocasiones es difícil atribuir las obras a uno u otro. Aunque en su época disfrutó de menor fama y reconocimiento que su hermano, probablemente es un escultor de mayor categoría artística. Se formó junto a Venancio y bajo la tutela de Damián Campeny en la Escuela de La Lonja de Barcelona. 

Ambos hermanos organizaron un taller conjunto que mantuvieron hasta 1883, y en el que realizaron su primer encargo importante: las figuras de la Fe y de los cuatro Evangelistas para la iglesia de los Santos Justo y Pastor de Barce lona, en 1854. 

Fue miembro de la de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y profesor de la Academia Provincial de San Jorge, segregada de La Lonja, y de la propia Lonja, donde llegó a ser catedrático e impartió clases al escultor Pablo Gargallo . 

En 1860 se encargó, junto a su hermano, de restaurar los detalles arquitectónicos de la Audiencia de Barcelona. Ese mismo año realizó la figura de Isabel II y el príncipe de Asturias (Prado). Presentó obra a las Exposiciones Nacionales y en la edición de 1862 consiguió segunda medalla con San Sebastián. 

En la de 1864 logró tercera medalla. En 1865 realizó las estatuas de Alfonso X el Sabio y Luis Vives para la Universidad de Barcelona. Con su hermano, esculpió los bajorrelieves de las cuatro Virtudes cardinales del panteón de don Francisco Permayer y la fuente del parque de la Ciudadela de Barcelona, en la que él se ocupó de las figuras de la Agricultura y la Marina. 

También realizó obras fuera de Cataluña, como uno de los apóstoles de la renovada iglesia de San Francisco el Grande de Madrid, la estatua ecuestre de Jaime i el Conquistador en Valencia y la escultura de Mateo Benigno de Moraza en Vitoria. 

En el último tercio del siglo, tuvo una gran demanda de retratos y de esculturas de carácter funerario, llevando a cabo sepulcros de importantes persona lidades en edificios religiosos, como el del Cardenal Lluch en la catedral de Sevilla o el del Obispo Urquinaona en la iglesia de la Merced de Barcelona, de 1885. 

Su obra muestra un complejo desarrollo de los principios del eclecticismo historicista al servicio de las más variadas tipologías. Recurre con frecuencia a prototipos históricos subrayando los contenidos sentimentales. Sus esculturas poseen una grandiosa solemnidad de aire antiguo, aunque no ajena a preocupaciones realistas. Parte de su producción tiene mayor movimiento que la de su hermano, pero su escultura es más interesante cuando muestra mayor serenidad. 

Son propiedad del Museo del Prado, además de un yeso de mediano tamaño que representa a San Juan en el desierto, dos de sus obras más significativas, el ya citado retrato de Isabel II y el príncipe de Asturias y un Cristo yacente. La escultura de la reina fue encargada por la propia Isabel II y es una obra realista y vivaz probablemente basada en un boceto de Venancio. Cristo yacente de 1872 -quizá su obra más lograda-, inspirado en modelos de Gregorio Fernández, es su escultura más famosa y ha sido muy alabada por su insuperable virtuosismo. En ella se unen el cuidado de la talla, la perfección de la anatomía, la serena belleza y la expresión de una delicada y profunda emotividad. Se presenta en la Exposición Universal de Viena de 1873. 

Su obra más lograda es un Cristo yacente, de 1872, conservado en el Museo Nacional del Prado de Madrid, más o menos inspirado en los de Gregorio Fernández según los distintos historiadores del arte, y 

Otra obra relevante, conocida como El Sepulcro, está inspirada en su Cristo yacente, le fue encargada en 1885 y costó 9.000 reales de la época recaudados en suscripción popular. Por su calidad artística El Sepulcro, es el mejor de los pasos de la Hermandad de la Pasión de Pamplona. 

Agapito también fue conocido por su trabajo del género animalístico, habiendo ejecutado gran cantidad de grupos de fieras. Entre 1884 y 1908 obtuvo varias medallas de Tercera y Segunda Clase en distintas ediciones de la Exposición Nacional de Bellas Artes. 


Obras destacadas
1860 Isabel II presentando al príncipe Alfonso XII. Museo del Prado. Madrid
1867 Retrato de Milá y Fontanals. Real Academia de Bellas Artes de San Jorge. Barcelona
1872 Cristo yacente
1877 Purísima
1882 San Francisco de Paula
1883 San Juan de Dios. Hospital de San Juan de Dios Barcelona
1883 Panteón Obispo Fleix. Sevilla
1884 Ángel del Juicio. Museo Diocesano de Barcelona
1885 Sepulcro del Cardenal Joaquín Lluch que se encuentra en la Catedral de Sevilla.
1886 Monumento a Jaime I. Valencia
1886 Panteón Obispo Urquinaona. Barcelona
1887 Cristo y doce apóstoles en la portada nueva de la Catedral de Barcelona.
1891 Vizcondesa de Corbalán. Valencia
1898 La Flagelación. Segundo Misterio de Dolor del Rosario Monumental de Montserrat.
1898 Inmaculada. Museo Diocesano de Barcelona
1913 Monumento a Bernardo Ferrándiz en el Parque de Málaga.
Ángel de entrada en el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires.

 

AUTOR

Agapito Valmitjana


AÑO

1885


MEDIDASporta sepul
Alto: 2,70 m.

Ancho: 2,15 m.

Largo: 3,35 m.


PESO

765 kg.


PRECIO

9.000 reales


PORTADORES

20 a hombros