Usted está aquí: Presentación Saludo del Capellán

O crux ave spes unica

La religiosidad popular constituye, que duda cabe, un elemento sustancial en la vida cristiana de nuestros pueblos y ciudades.

Con esta afirmación, sincera y nacida desde lo más hondo mi corazón, llego hasta vosotros con esta intención: que Pamplona siga manteniendo vivas, actualizadas y en constante renovación aquellas raíces que han posibilitado expresar hacia fuera el alma cristiana y el fervor a la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.

Ser capellán de la Hermandad de la Pasión, será para mí no solamente una misión- sino un medio para animaros a cuantos formáis parte de ella. Aquel que, tanto nos dio en la cruz, no ha de ser ensalzado, venerado y celebrado por las presentes y futuras generaciones de nuestra ciudad? Creo que si. Y en nosotros, Junta de la Hermandad, Hermanas de la Soledad junto con el gran capital humano de los hermanos/as de la Pasión, esta la respuesta: tenemos que ser testigos valientes y entusiastas del legado de nuestros antepasados. Y una herencia, tal vez la más rica en contenido y que llega hasta el corazón de las personas, es la fe, la espiritualidad, los misterios que rodean a la pasión y muerte del Señor.

Leyendo el libro del Centenario de la Hermandad de la Pasión de Pamplona, me he dado cuenta de que esta ciudad del viejo reino sería imposible entender sin la presencia de la Hermandad de la Caridad o, la sazón, de vuestra Hermandad de la Pasión o de la Junta de las Hermanas de la Soledad. ¿Por qué? Pues simplemente porque, el alma cristiana pamplonesa, ha sabido enriquecerse y hacerse más santa, más noble y más evangélica con la contemplación de esos impresionantes pasos que, cuando el tiempo lo permite y con el esfuerzo de tantos de vosotros, desfilar por las calles y plazas de Pamplona con un objetivo: que el mundo no olvide que, por la redención de la humanidad, Alguien pagó alto precio: Jesucristo.

Llego hasta vuestra Hermandad, dispuesto a ser Hermano junto con vosotros.

Llego con el convencimiento de que, vuestras iniciativas, hoy más que nunca son necesarias y hasta proféticas en una sociedad en la que los elementos severos de nuestra historia- se intentan dinamitar, silenciar u ocultar. ¿Por qué molesta tanto, a algunos, el mayor exponente de paz y de reconciliación como es la cruz?

Por ello mismo, en tiempos difíciles, hacen falta asociaciones, grupos, fieles cristianos que sin temor ni temblor- manifiesten públicamente su condición y pregonen el evangelio. ¿Qué mejor manera de expresarlo que a través de esa coreografía de pasos que, desde la Sede de vuestra Hermandad se derrama por toda la ciudad en cada Viernes Santo! ¿Qué mejor impulso, a ese afán evangelizador, que esa mirada que la Virgen Dolorosa inclina sobre todo Pamplona en cada Viernes de Dolores o en cada retorno a San Lorenzo!

Finalizo como he comenzado. El alma popular de Pamplona se refleja y se sigue viviendo, con calor y ardor, a la sombra de la Hermandad de la Pasión. Entre todos, con la fuerza del Espíritu Santo y Santa Elena (enamorada de la cruz) estoy seguro que seguiremos alentando el amor y la devoción de Pamplona a esas horas, amargas y trágicas pero salvadoras, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo

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