Felicitación por el pasado y aliento para el futuro.

Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela


Queridos Hermanos:
Es para mí una gran alegría dirigirme a vosotros, en mi doble condición de vuestro Arzobispo y vuestro Hermano Mayor, para celebrar el 125 Aniversario de la creación de la Hermandad de la Pasión del Señor de Pamplona. El paso del tiempo sirve para constatar la ilusión y la entrega de miles de pamploneses, que con su esfuerzo han mantenido viva y lozana la Hermandad.
El camino recorrido ha sido largo desde el ya lejano 18 de enero de 1887 y el primer sentimiento es de gratitud hacia Nuestro Señor Jesucristo, que ha bendecido con su protección a la Hermandad. La vid es Cristo y nosotros los sarmientos. Sólo cuando estamos firmemente arraigados en Cristo, podemos dar frutos y construir un edificio. A su vez, si el edificio existe, no es por nuestras fuerzas, sino por la gracia de Dios: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mi no podéis hacer nada (Jn., 15,5).
La pasión y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo es el eje de la redención. Cristo murió en la Cruz para lograr el perdón de los pecados de los hombres y devolvernos a la amistad con Dios. Se ofreció como Cordero de Dios que quita los pecados del mundo (Jn. 1, 29).
Recordar el supremo amor de Cristo, que dio su vida por nosotros, es un elemento esencial de nuestra fe y conviene tenerlo presente en todo momento en la vida de la Iglesia. Por eso, como vuestro obispo y pastor, me alegro de que exista una Hermandad que en Pamplona tenga como objetivo contribuir a recordar al pueblo cristiano y a todos los ciudadanos el acontecimiento de la Pasión de Cristo.
La Hermandad es un ejemplo para la vida de la Iglesia. Es bueno que un grupo de fieles se reúna y organice para contribuir a dinamizar la vida de la Iglesia y lo haga en plena sintonía con la Iglesia, como lo ha hecho siempre la Hermandad, y teniendo muy presente a Cristo: donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos (Mt. 18,20). Os exhorto a que continuéis la trayectoria de fidelidad a la Iglesia y colaboración con ella que siempre ha distinguido a la Hermandad.
Tenéis como misión el culto público a la Pasión de Cristo en Pamplona. La Iglesia os ha encomendado esta tarea y os anima a continuar infatigables en ella. Os da su apoyo, porque el culto público es un derecho de los creyentes y un elemento esencial en la nueva evangelización. A través de la belleza de los pasos y del esfuerzo de quienes participáis en las procesiones, Cristo se acerca a muchas personas. ¡Mostrad a todos los hombres el amor de Cristo, plasmado en su pasión, muerte y resurrección!
La pertenencia a la Hermandad de la Pasión no es un privilegio, sino una exigencia. Una exigencia que es la de hacernos discípulos de Cristo para mostrar la belleza de pertenecer a la familia de Dios y vivir según su voluntad. Os animo a que, cada día, todos los Hermanos viváis la fe con mayor intensidad, con mayor exigencia, más unidos a Cristo, para que Él sea el verdadero motor de la Hermandad.
Toda conmemoración contempla el pasado, pero sólo es válida si se dirige al futuro. Sois portadores de una hermosa tradición y os animo a que la transmitáis a las nuevas generaciones de cristianos, lo cual supone acercarse a los jóvenes y demostrar la modernidad de la Hermandad. Ese es vuestro reto y a ello os impulso, a la vez que os felicito por el 125 aniversario y os bendigo de todo corazón.