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En 1914 se convocó concurso público para la ejecución de este paso. El jurado compuesto por el arquitecto Goicoechea y los pintores Ciga y Zubiri eligió, entre tres proyectos, el presentado por José Ríus que haría, así, el primero de sus cuatro pasos procesionales para Pamplona
Parece que, en la composición, se inspiró en el cuadro del mismo nombre, de Van Dyck, que se conserva en el Museo del Pardo, pero no logró trasladar el efecto de movimiento que sí consigue el modelo. Costó 4.900 pesetas y figuró en la procesión de 1915, en la que, según parece, hubo problemas: "...A poco de salir el nuevo paso alegórico de "El Prendimiento", se produjo en el mismo un incendio, que de momento produjo alguna alarma. Ello fue debido a que del cubilete de la antorcha que sostiene un judío se derramó algo de alcohol, lo bastante para que se extendiera sobre una de las figuras el fuego de la llama de la esponja. Hubo necesidad de recurrir al agua para extinguir el conato de incendio producido en el paso; razón por la cual no lució la antorcha en el resto de la procesión...".

Sus medidas son:
Altura, 3,80 m.
Anchura, 2,43 m.
Largura, 3,93 m.

Durante algún tiempo fue guardado, junto con el Descendimiento, en la Capilla de Las Animas de la Catedral.

Es llevado por 10 portadores, con ruedas.

Apuntes del libro:
PEQUEÑA HISTORIA DE NUESTROS PASOS DE SEMANA SANTA

Juan José Martinena Ruiz (autor)  


EL PRENDIMIENTO

El estado económico de la Hermandad era bastante boyante el año 1914, circunstancia que movió a la Junta a convocar concurso para encargar un nuevo paso.

Se nombró un Jurado, integrado por el arquitecto señor Goicoechea y los pintores Ciga y Zubiri, los cuales, entre tres proyectos, eligieron el que presentó el escultor barcelonés don José Ríus, autor, como vamos viendo, de otros tres pasos de nuestra procesión, caso que, naturalmente, no vuelve a darse con otras firmas, ¡lástima que no hubiera repetido Vallmitjana, autor del Cristo Yacente!

El grupo escultórico de El Prendimiento costó 4.900 pesetas y estaba concluido para la Semana Santa de 1915, durante algunos años se guardó en la Catedral, colocado junto con El Descendimiento, en la llamada antiguamente Capilla de las Animas, tercera de la nave del Evangelio contando de la entrada principal, cuyo patronato perteneció en otros tiempos al Duque de Alba.

Este paso constituye un intento más o menos logrado de trasladar a talla un cuadro de Van Dyck (muerto en 1641), obra de juventud que resultó tan magistral que el maestro Rubens la conservó toda su vida. Dicen que se quiso reproducir con fidelidad la antorcha o fogata que proyecta su luz en la noche sobre la escena, y para ello se recurrió a la peregrina idea de poner en la antorcha una llama viva, por medio de algodón impregnado en alcohol, aquel original sistema, con la alevosa y nocturna complicidad del viento que en determinadas esquinas suele asaltar el paso de la procesión, estuvo a punto de prender en las imágenes, por lo que de momento no volvió a pensarse en conseguir efectos realistas con tan evidente riesgo de nuestro patrimonio escultórico.