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A partir de La Caída los pasos van a ir rodeados por delante y por detrás por grupos de porta hachones. Antiguamente estos grupos cumplían una función práctica, ya que dada la escasa iluminación que tenían las calles de la ciudad a pesar de los faroles existentes, servían los hachones para iluminar mejor las figuras de los pasos.

 

El combustible que se quema ha ido variando a lo largo del tiempo. Inicialmente y hasta hace unos años era alcohol lo que ardía en los pebeteros, este combustible producía una inconfundible llama azul verdosa que muchos recordaremos. El problema de este combustible era la seguridad. A pesar de que si se manejaba correctamente no debía haber ningún problema, en alguna ocasión se produjo algún incidente por un llenado excesivo de los depósitos. Por este motivo la Junta de Gobierno decidió sustituir el sistema de alcohol por otro de velones. Se acabó así con todo problema de seguridad, pero apareció uno nuevo por la cera derretida. En efecto aunque los hachones cuentan con una zona para la recogida de la cera, el movimiento durante la procesión provocaba que ésta se derramara sobre el suelo o, peor, sobre la cabeza del portador. Así las cosas desde hace unos años se cambió este sistema por otro con depósitos ocultos de cera líquida que permite el mismo efecto pero sin problemas de residuos.

 

Los porta hachones visten con túnica granate y caperuza gris, a excepción de los que acompañan al Sepulcro que representan a los magnates del reino, por lo que visten ropajes de gran valor y magnificencia.

Manuel Cacicedo 

  

Manuel Cacicedo Canales, escultor, nació en Udalla en 1909 y falleció en San Román de la Llanilla en 1990. Alumno de Moisés Huerta, estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao.

Fue becado por la Caja de Ahorros Vizcaína en 1936 para estudiar en París y Bélgica, pero la Guerra Civil abortó el proyecto. A partir de 1941 estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, obteniendo el premio fin de carrera Aníbal Álvarez. Continuó estudios de imaginería en la Escuela de Santa Isabel de Hungría en Sevilla, siendo número uno de su promoción.

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En 1950 instaló su taller en Bilbao y en 1961 regresó a Santander. Entre sus obras de carácter religioso, de un realismo tradicional, están el Cristo de Villaverde de Trucíos (1945), el Cristo de la Tercera Caída, para la hermandad de la pasión de Pamplona, el paso de La Virgen de la Esperanza (1959) de la Parroquia de San Francisco, el Cristo de la Agonía de Santoña (1959) o el paso La entrada triunfal en Jerusalén. Este último realizado entre 1967 y 1976 está considerado por muchos como el más notable conjunto procesional de este tema entre cuantos desfilan en España por sus proporciones, calidad técnica y magistralidad interpretativa.

Entre los monumentos, la estatua al obispo José Eguino y Trecu (1968), próxima a la catedral, el monumento a Don Daniel, fundador de la obra San Martín (1972) o el Monumento a la Vaca (1983). Su obra es figurativa, académica, sencilla, de buen acabado.
Hay que destacar, por su especial gracia, el Gitano, donado al Museo de Bellas Artes en 1961.

En la casa en la que habitó en San Román de la Llanilla está instalado actualmente su museo. 

AUTOR

 Manuel Cacicedo


AÑO

1952


MEDIDASpora caida
Alto: 3,45 m.

Ancho: 2,85 m.

Largo: 3,4 m.


PESO

1547 kg.


PRECIO

50.000 pts


PORTADORES

24 a hombros